Hace unos días escribía un post sobre como NNormal estaba haciendo las cosas de otra manera.
No necesitamos vivir en una novedad constante, no hace falta tener un catálogo interminable de productos. Tan solo es necesario tener algunas opciones que cubran las necesidades de los distintos corredores. Ese es el mensaje y el mantra que tarde o temprano todos vamos a tener que asumir. Y cuanto más pequeño sea ese catálogo mejor, más sostenible será.
La mayor parte de la industria textil está enfocada en un consumo continuo, con productos de pésima calidad con precios aparentemente baratos o en promoción que fomenta aún más ese consumo (ropa de usar y tirar). En el mundo del deporte no somos ajenos a ello, durante muchos años (y aun está muy extendido) se ha fomentado el cambio de zapatillas cada 600 kilómetros, alegando a un deterioro casi total de la amortiguación, y alarmando a los corredores de las posibles consecuencias y lesiones, etc…
Por suerte el mundo está evolucionando, y poco a poco la gente va cambiando el chip y empiezan a contemplar un consumo más responsable, haciendo pequeñas reparaciones y resolando las zapatillas.
En mi caso voy a hablaros de las NNormal ¿Que le pasa a unas NNormal Kjerag a los 600 kilómetros? Pues nada, lo único que pasa es que están esperando con ansía la llegada de otros 600, y después de esos 600 cabe la posibilidad (dependiendo del tipo de uso que le des y el tipo de terreno) que las puedas resolar una vez más para entrenamientos por senderos. Cuando realmente veas que ya no corres cómodo con esa zapatilla, pues se le da un lavado de cara, se le pone una suela de calle y a disfrutar de una buena vejez como zapatilla casual.
La vida útil de unas NNormal Kjerag es extensa (mucho más de lo que nos podemos imaginar), y con unos cuidados básicos de limpieza y reparaciones de pequeños desperfectos, pueden durar muchos más kilómetros de los que nos podemos imaginar.
Las mías ya superan los 600 kilómetros corriendo por todo tipo de terrenos y a todo tipo de ritmos. Si bien es cierto que en mi día a día los senderos son por donde me suelo mover, también es cierto que cojo zonas empedradas y de asfalto.
El comportamiento de las Kjerag es idéntico al del primer día, la comodidad es la misma y no he notado ninguna diferencia en cuanto a amortiguación, el upper resiste bien los roces que ha tenido, que son unos cuantos. Y en la media suela tampoco noto deterioro.
*Actualizaré esta entrada en los próximos 600 kilómetros.







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