Ayer era uno de esos días de otoño en los que luce el sol en una fresca mañana, y que lo único que buscamos, lo único que nos interesa es disfrutar, vivir realmente ese momento de paz.
La verdad es que es sencillo, pero muchas veces no se dan las circunstancias para que lo pueda hacer tantas veces como quisiera, pero ayer era el día, el día de salir a disfrutar , a correr sin prisa, sin reloj, pudiendo parar en el camino para disfrutar del entorno, poder llenar los pulmones de aire, soñar con las crestas de las montañas lejanas y saltar buscando obstáculos por el camino, el entrenamiento que siempre nos gustaría tener.